La suavidad del lino, la frágil rigidez rugosa del almidón (Colman®), la paleta del rojo (carmesí-bermellón-laca carminada-bordeaux ftalo) nos remite a la sangre derramada una y otra vez. Linos que se pliegan y repliegan sobre el cuerpo, lugar de inscripción de la huella de los ancestros, de las que nos antecedieron, de las que gozaron, de las que sufrieron humillaciones y silenciosas penurias. Opresiones femeninas, representadas por las sufridas Cautivas Correntinas (Guerra de la Triple Alianza, 1864-1870)
La escultura textil ,se arma sobre un sostén -maniquí-base-molde-cuerpo, estructuras familiares, culturales, donde nos construimos para luego producir el corte y el desgarro que permite, por una parte, la ruptura de ese sostén y por otra, el vestir la segunda piel de uno mismo, obteniendo así un cuerpo empoderado, libre y soberano.
Homenaje, si, a esos cuerpos lastimados, sufrientes, polvorientos, luego de un trágico deambular de cinco años. Cuerpos que pusieron SU CUERPO, y en esa cifra doliente posibilitaron el festejo del Bicentenario de Mujeres argentinas.